jueves, 18 de agosto de 2016

UN HOMBRE DE VERDAD...


"Un Hombre de verdad"
Fangoria


Alaska nos hablaba en los 80 de buscar un hombre de verdad. Pero ¿cómo es un hombre de verdad en 2016? 

Si nos fijamos en lo que nuestra cultura define, en las películas, en las revistas en la música...diríamos que se reduce a tres cosas: músculos, dinero y mujeres. 

En la actualidad, un hombre de verdad es alguien curtido, que no muestra emociones, que dirige su propio negocio, que tiene dinero y que tiene mujeres. 

Pero, ¿Y si nos están engañando? ¿Qué pasa si nos fiamos de los prototipos de una cultura que cambia todos los días, cada hora. 

Una cultura que se basa en la promiscuidad, en el euro, que nos dice que debemos vestir de una manera y al día siguiente, de otra completamente diferente.

La imagen de hombre real es tan ridícula como la imagen del cuerpo perfecto para las mujeres. Es todo fachada. 

Necesitamos profundizar para encontrar algo diferente, algo alejado del sentir general. Algo basado en la verdad y no en lo que uno percibe. Algo real.

Podríamos definir a un hombre de verdad como aquel que cumpla con las siguientes características:

Muestra respeto por las personas

Un hombre de verdad nunca habla mal de otras personas porque no encuentra ningún sentido ni valor en el hecho de criticar a otras personas. 

Sabe que el resto de las personas no son muy diferentes de sí mismo: con parecidas habilidades y carencias.

Hace honor a su mujer y a sus amigos

Cuando los hombres se reúnen entre ellos, normalmente, es una oportunidad única para criticar a sus propias mujeres, para hablar de sus fallos y errores, para denostarlas. Sin darse cuenta, están exteriorizando su propio fracaso como hombres. 

Un hombre que hace honor a su esposa y que la hace cumplidos delante de otros hombres lo hace porque tiene confianza en sí mismo. Lo mismo ocurre en el caso de un amigo.

No utiliza a las mujeres

Un hombre de verdad no sale con mujeres por estar acompañado o por sexo. No se aprovecha de ellas y las utiliza. Eso es de cobardes...Un hombre de verdad respeta los sentimientos y la dignidad de las mujeres. No las ve como objetos para satisfacer sus deseos. 
    Trabaja duro, pero nunca por avaricia
      La pereza es, sin duda, uno de los grandes vicios de nuestra sociedad. También la avaricia. Un hombre de verdad no es perezoso. Trabaja duro pero no es avaro. El dinero no es el principal propósito de su vida. Su familia es el objetivo de su vida. Es buen padre y marido.
          No antepone nada a su familia
            Me encanta el fútbol. Me gustaría ir al Bernabeu todos los días, si pudiera. Me gusta el mus. Me gustaría jugar con mis amigos todos los días, si pudiera. 

            Pero también tengo tres hijos y una esposa.Tengo una casa y un trabajo. Y también tengo dos blogs. Y el día sólo tiene 24 horas. Algo debe pasar a un segundo plano. 

            Un hombre de verdad entiende que ese "algo" no es su esposa ni sus hijos. 

            Hay momentos durante la vida en los que el fútbol, el mus tendrán espacio pero los hobbies no pueden ocupar nuestro tiempo al completo. Los pasatiempos son sólo eso ... aficiones. Un hombre de verdad nunca sacrifica tiempo de calidad con la familia por alimentar un hobby.

            Tiene control de sí mismo
              Si otra persona es capaz de obligarte a reaccionar, es que no tienes control de tí mismo. Apunta eso. Por lo tanto, si las acciones de otra persona la fuerza de su mano ... otra persona está en control de usted. Eso es peligroso. 

              Un hombre de verdad no es controlado por las emociones ni por otros. La fuerza le viene de dentro, el autocontrol, que genera una vida con menos pesar y más estabilidad. Un hombre de verdad tiene autocontrol.

              Celebra los éxitos de los demás

              Un hombre de verdad celebra con sus amigos, la esposa y los compañeros de trabajo cuando sucede algo positivo en su vida. 

              Y es capaz de hacer esto, porque los éxitos de otras personas no tienen ningún efecto sobre quién es. 

              Un hombre de verdad tiene confianza en sus propias habilidades y talentos, así que él está en una posición para celebrar con los demás. 

              Un hombre de verdad trabaja duro, compite duro, pero es capaz de estrechar la mano del rival, si pierde. Felicita a su mujer cuando ella sobresale en algo, a un compañero de trabajo o aun amigo. Un hombre de verdad no está en competencia con nadie.

              Honesto por dentro y por fuera

              Un verdadero hombre es honesto y ético. No importa cuán grande o pequeña puede ser la decisión. No importa si alguien está presente ni si nadie va a conocer el resultado de su decisión. Un hombre de verdad no hace trampas, ni miente. 

              Un hombre de verdad no está preocupado por conseguir la aprobación de los demás ni por su reputación o fama. No sacrifica la honestidad por la aceptación y aprobación, incluso si su honestidad e integridad le cuestan un trabajo, dinero o una nota en un examen. 





              martes, 16 de agosto de 2016

              LGBT: UNA DICTADURA RELATIVISTA Y NIHILISTA


               


              Hoy, con el siglo XXI ya más que iniciado, en pleno apogeo del relativismo más anárquico de toda la historia de la humanidad, del nihilismo más vehemente, nos enfrentamos a un problema moral, social y de gran envergadura: la dictadura moral de la ideología de género.

              A sus promotores y defensores ya no les basta con decirnos qué debemos ser, cómo debemos ser, con quién debemos casarnos, como debe ser nuestra sexualidad. Ahora nos dictan cómo educar a nuestros hijos. Es más, pretenden educarlos ellos.

              Pero no les van a hablan de amor, les van a hablan de sexo. De un sexo no biológico, de un "sexo a su manera" Como si toda la existencia "desorbitara" en torno a las tendencias "no naturales", no "biológicas", "no reproductivas". 

              El mundo relativista ha cambiado los valores por las ocurrencias, los principios por el hedonismo, el amor por sexo a la medida, la vida por la muerte, a Dios por el hombre.

              Los padres ya no somos los educadores genuinos, legales y morales de nuestros hijos, a quienes por decisión libre, hemos dado vida. Aquellos, quienes en aras de la libertad y la tolerancia, y quienes también dictan quién tiene derecho a vivir, ahora nos dicen que ellos se encargan de educar a nuestros hijos.  Y lo hacen con el peso amenazador de la ley.

              La biología es sustituida por la cultura. Y me pregunto: ¿cómo alguien que no tiene respeto por la vida ni por la familia puede apropiarse del control de mi vida o de mi familia? 

              Y si por casualidad se me ocurre expresar mi desacuerdo ante esta ideología, soy susceptible de ser encausado penalmente por homófobo intolerante. Pero ¿realmente están hablando en serio? ¿Cómo es posible que tengan derecho a coaccionarnos a quienes no pensamos como ellos, en aras de la tolerancia mundial, para hacernos claudicar a su pensamiento único? ¿No es eso la misma intolerancia que tratan de erradicar? ¿No es esto dictadura y fascismo?

              Podría ampararme en la Declaración Universal de Derechos Humanos para luchar contra esta absurda ley, contra esta dictatorial intolerancia, pero les animo a ellos, que tanto pregonan derechos inalienables, a que le echen un vistazo y aprendan algo sobre las libertades. Libertades de todos, no sólo de una minoría. Conciencias de todos, no de unos pocos. Además, si el relativismo ético cancela los principios fundamentales de esa Declaración o de la ley moral natural, el mismo ordenamiento democrático queda radicalmente herido en sus fundamentos.

              Yo nací y crecí en una sociedad donde los valores tenían importancia, donde los principios eran respetados y donde mi libertad no corría peligro por lo que pensara o dijera. Ahora, a mis 50 años, estoy siendo colonizado ideológicamente y mis derechos, cercenados por la ocurrencia inquisitoria de otros, para que piense como ellos o pague. No es otra cosa que de extremismo moral, yihadismo ideológico: o me convierto o muero...

              No intentan defender sus "derechos" sino que me impiden ejercer los míos, ni siquiera, tenerlos. Bastante tengo con tener que soportar una sociedad basada en un acuerdo general de amoralidad donde no hay ningún espacio para los que seguimos teniendo un juicio moral de conciencia.

              El relativismo radical, el yihadismo ideologico, el extremismo amoral es algo muy peligroso y contagioso. Algunos piensan que es cuestión de tolerancia y por eso se contagia rápidamente, pero es realmente lo contrario. Si Einstein levantara la cabeza no estaría de acuerdo con esta "teoría de la relatividad" estoy seguro!

              La tolerancia se basa en el respeto al hombre, a la persona. Si no se respeta a la persona y a su conciencia, cualquier "ocurrencia" es posible. La conciencia es la convicción de que ciertas cosas son buenas y justas. Si hay una confrontación entre dos conciencias y dicen cosas diferentes, se deben tolerar mutuamente, pero no es posible que las dos sean correctas.

              Y me dicen que no tengo derecho a protestar. Pues...PROTESTO!!!!! 

              Los 10 mandamientos relativistas

              David Nesher, blogger argentino nos propone el decálogo del hombre relativista, que transcribo literalmente:


              1. “Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Ahora bien, la frasecita de Campoamor, que revela como ninguna otra el fin de las verdades absolutas, es la que incurre en la primera contradicción flagrante: nada es verdad ni nada es mentira… menos esta frase, este principio, este dogma aniquilador.

              2. “Prohibido prohibir”, tradujeron los del mayo francés, una generación que continúa sin abandonar el poder. Ahora bien, si prohibimos prohibir, ya hay algo que sí está prohibido: prohibir.

              3. “Todo es opinable”, aseguran los hombres de la sociedad de la comunicación. Sí, todo es opinable; todo menos justamente eso: que todo sea opinable.

              4. “Los dogmas son inadmisibles”. Salvo justamente el que a acabo de enunciar, indemostrable pero de aplicación forzosa. En cualquier caso, el hombre siempre parte de un dogma para concluir, tanto en el pensamiento deductivo como en el inductivo.

              5. “Libertad de pensamiento”. Muy cierto, pero dos más dos sólo son cuatro en base 1 y por definición. Nadie comienza pensar desde cero, sino desde un eje de coordenadas que le viene dado. El pensamiento humano está sometido a reglas estrechas, que componen lo que se conoce como la ciencia de la lógica: no damos para más y no es para avergonzarse de ello. A fin de cuentas, mal de muchos…

              6. “Toda idea, principio o creencia es tan respetable como otra”. ¿Todas? No, porque la que acabo de escribir vale mucho más que cualquier otra y es acreedora del mayor de los respetos.

              7. “Eduquemos en libertad”. Pero eso es imposible: si concedemos libertad al alumno para someterse o rechazar la educación, seguramente optará por la libertad de no educarse, sobre todo si piensa en el sometimiento y el esfuerzo que implica el hacerlo. Lo único que importa es la tolerancia, no las ideas que se toleran. Es más, la misma libertad de expresión es un atentado contra la libertad ajena, en cuanto pude influir en el interlocutor.

              8. “No acepto aquello que no sea demostrable”. Pero ni tan siquiera puedo demostrar nuestra existencia. Lo empíricamente demostrable no alanza ni el 0,1% e lo conocimientos humanos. Tampoco puedo dar razón de mi existencia.

              9. “Lo que se ve, existe, y lo que no se ve, no existe”. Pero nuestros sentidos nos engañan. Además, de esta forma no existirían la lunas de Júpiter, ni el amor, ni el dolor, ni la belleza, ni el arte, ni la literatura… Además, ¿estamos seguros de que la vida no es sueño y ensueño no es la verdadera vida?

              10. “Nadie puede decir lo que está bien o lo que está mal”. Pero esta política de no injerencia es buena en sí misma, así como sus numerosos desarrollos en forma de juicios morales, esos juicios que constantemente estamos pronunciando. Es más, si en algo creemos es en nuestras críticas al próximo o en nuestros halagos (en ésos menos, dado que resultan menos numerosos).



              viernes, 5 de agosto de 2016

              CALCETINES, PARA QUÉ OS QUIERO







              Con la llegada del calor muchos se plantean el dilema de si vestir calcetines o cuándo no se debe llevarlos. Pero, ¿qué dicen las normas de la elegancia al respecto?

              El uso de los calcetines está estrechamente ligado a la elegancia, además protege el pie y también es importante para el aseo personal. 

              El calcetín preserva del frío y evita enfermedades. Si hacemos permanecer durante mucho tiempo el pie desnudo en contacto directo con el calzado, por efecto de la transpiración, el zapato se humedecerá y se convertirá en un escenario idóneo para las bacterias. Al favorecer un ambiente húmedo en su interior, generará también mal olor.

              Ni que decir tiene, que es espantosamente dañino para la vista y contrario al buen gusto, utilizar calcetines con pantalones cortos, shorts o bermudas, salvo que seas futbolista o "guiri". 

              ¡Tampoco con sandalias, por favor! Y eso de dormir con ellos, ¡ni se te ocurra!


              Aunque si eres (o pretendes ser) un "fashion victim" y tu intención es estar a la última, la libre opción de no utilizarlos dejarán a la vista tu esbelto tobillo.


              Los náuticos son un tipo de calzado con el cual nunca debe utilizarse calcetín. Fueron ideados para su uso en deportes relacionados con el agua (por ello tienen suela antideslizante). Combinarlos con bermudas o jeans es lo idóneo.

              También puedes dejarlos en tu armario si utilizas mocasines o deportivas. Ello implica que el desuso del calcetín está determinado por la informalidad de nuestro atuendo.

              Pero si pretendes dar una vuelta de tuerca y vestir unos monkstrap o unos oxford sin calcetines, te sugiero que uses medias taloneras para los pies: "No se ven, no se notan y no traspasan" (¿te suena de algo?). Preservarás la salud de tus pies, la durabilidad de tu calzado y serás un auténtico "trendy".